Cedro

sábado, 9 de noviembre de 2013

El almendro

Se propuso un padre, que sus cuatro hijos aprendieran a no juzgar a los demás por las apariencias.

Para ello, mandó a cada uno en diferentes estaciones a un sembrado donde había un almendro, para que le contaran como era el árbol.

El primero fue en invierno y vio el almendro, mustio y parecía estar seco. El segundo fue en primavera y el árbol estaba lleno de flores blancas, era una de las cosas más bellas que había visto en su vida. El tercero fue en verano y lo vio repleto de almendras, esos frutos secos tan buenos que su madre utilizaba en la cocina. Y el cuarto fue en otoño y vio el almendro con las hojas amarillentas y le pareció un árbol común que no tenía nada de especial.

Cuando el último de los hermanos estuvo de vuelta, el padre los llamo para que les relatara lo que habían observado, y tras contar cada uno su experiencia, se quedaron asombrados ya que nada de lo que habían visto cada hermano, correspondía con lo contemplado por los otros.

El padre les explicó que todos habían observado una etapa diferente del almendro y así igualmente les ocurre a las personas, en un momento determinado dan una apariencia que no es la que tienen normalmente.

Moraleja: mala y engañosa ciencia, es juzgar por las apariencias.


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